martes, 1 de mayo de 2012


BEBER EN EL DEPORTE…COMO HIDRATARNOS

La realización de actividad física y su múltiple abanico de posibilidades que nos ofrece dentro de un cambio de terreno i/o medio (tierra, asfalto, pista, agua, etc..), las condiciones ambientales (tª, humedad, sol, viento, lluvia, etc..), así como la ropa utilizada pueden provocar elevaciones significativas de la temperatura corporal. Todo ello puede desencadenar en desequilibrios electrolíticos (deshidratación e hiponatremia), disminuyendo así nuestro rendimiento deportivo. Antes de proseguir debemos diferenciar entre los tres diferentes términos del denominado “balance hídrico”. De este modo, el término deshidratación se refiriere a la deficiencia de agua corporal, el término euhidratación al contenido “normal” de agua e, hiperhidratación al exceso en el contenido de agua corporal.

De la misma forma que efectuamos un balance calórico para nutrir a nuestro metabolismo de una manera correcta y saludable para afrontar las necesidades energéticas de la actividad diaria (laboral, deportiva, etc.), debemos tener en cuenta el balance hídrico para cubrir las necesidades hídricas de cada momento del día. Este balance depende de la diferencia neta entre la ganancia y la pérdida de agua. La ganancia de agua proviene del consumo de líquidos y alimentos y de la producción de agua metabólica, mientras que las pérdidas de agua se producen a nivel gastrointestinal, renal, por la respiración y por el sudor. Para la realización deportiva, que es el caso que nos centra en este blog, debemos tener en cuenta la tasa se sudoración TS de cada persona, variable a cada individuo y que depende de factores tales como el peso corporal, la predisposición genética, el estado de aclimatación al calor y la eficiencia metabólica. Frecuentemente y dependiendo de los factores mencionados y el deporte realizado oscilan entre 0.5 a 2.0 L/h.  Por poner un ejemplo diferenciando a dos personas distintas y con diferente grado de adaptación al calor: en una maratón los corredores de élite pueden tener tasas de sudoración más altas pero pérdidas de sudor totales similares (corren durante un tiempo más corto) que los corredores recreativos que acaban la carrera en los últimos puestos. Así mismo, la mejor aclimatación al calor mejora la habilidad de reabsorber sodio y cloruro, por lo que los individuos aclimatados al calor generalmente tienen concentraciones más bajas de sodio en sudor. Otro ejemplo de tasa de sudoración diferenciando dos deportes muy diferentes en condiciones ambientales podemos encontrarlo en la TS de un deporte como el waterpolo con una media de 0.79 L/h y un deporte como una 1/2 maratón con una media de 1.49 L/h.

Todo ello nos debe hacer pensar en la siguiente pregunta: cuanta cantidad de líquidos he de aportar a mi metabolismo para asegurar este balance hídrico durante la realización de mi actividad física? El agua corporal total ACT  (que constituye un 60% de la masa corporal, dependiendo de cada persona y su elevado o bajo porcentaje de grasa corporal)  es el indicador de nuestro balance hídrico, es decir, una reducción del -2% de nuestro ACT se debe considerar una deshidratación. Para hacernos una idea, una persona de 70Kg. de peso tiene aproximadamente 42L de ACT. Si su reducción hídrica mientras realiza (por seguir con el anterior ejemplo) una media maratón es de unos 0.84L deberemos considerarle en proceso de deshidratación. Teniendo en cuenta los datos anteriormente expuestos, este corredor deberá hidratarse poco a poco durante la carrera con unas ingestas hídricas alrededor de 2L (considerando un tiempo de finalización de carrera de 1h 30’ para una media maratón) si quiere acabarla dentro de un balance hídrico no inferior a -2% de ACT. Comentar además, que esta reducción del 2% de ACT disminuye el rendimiento deportivo entre un 10%-20%, y el rendimiento cognitivo/mental con lo que la hidratación y su balance deben de ser también considerados fuera de la realización de actividad física. Si la reducción es de un -4% se pueden experimentar nauseas, vómito i diarrea. Si es de un -5%, el rendimiento deportivo disminuye un 30%, mientras que una reducción de ACT del -8% causa vértigos, respiración fatigosa, debilidad y confusión.

Por otro lado, la hiperhidratación puede conseguirse por la combinación de beber en exceso y utilizar una agente que “atrape” el agua dentro del cuerpo. Principalmente, este agente es el sodio (junto al glicerol). El simple hecho de beber en exceso estimulará la producción de orina y el agua corporal regresará a la euhidratación en unas horas, aunque aquí también debemos tener en cuenta otro factor que desencadena una hiperhidratación. Este factor es la denominada hiponatremia sintomática (concentración de sodio en sangre menor de 130mEq/L), y que es común en deportistas. Se produce porque durante el ejercicio y el estrés por calor, la filtración glomerular y el flujo sanguíneo renal están marcadamente reducidos, dando como resultado una disminución en la producción de orina. Además también contribuye, junto a esta baja actividad renal, la segregación de la hormona vasopresina VSP o más conocida como hormona antidiurética. Una disminución de los niveles de sodio en sangre <125mE/L y proceso de disminución continua conlleva a síntomas como dolor de cabeza, vómitos, hinchazón de manos y pies, nerviosismo, confusión y desorientación. Si la bajada es de <12omEq/L aumenta la posibilidad de un edema cerebral severo con mareos, coma, hernia del tallo cerebral, colapso respiratorio y muerte. Evidentemente, estamos hablando de casos extremos de desequilibrios importantes de ACT y que corresponden mayormente a actividades físicas extremas como triatlón, carreras de 24h, etc. Por tanto, la deshidratación como el consumo excesivo de líquidos (consumir volúmenes mayores a las pérdidas por sudoración) pueden ocasionar problemas de salud. En general, la deshidratación es más común, pero es más peligroso consumir un exceso  de líquido, por el riesgo de hiponatremia. La deshidratación puede afectar al rendimiento en el ejercicio, contribuir a serias complicaciones por calor y provocar la denominada rabdomiólisis por esfuerzo (desintegración de las fibras musculares) que junto a una aguda deshidratación puede provocar liberación a la sangre de ciertas sustancias que conllevan a una insuficiencia renal; mientras que la hiponatremia asociada al ejercicio puede ser muy grave e incluso causar la muerte.

En general, una dieta equilibrada y una correcta hidratación son la base para cubrir las necesidades energéticas e hídricas del deportista por lo que quiero recordar lo anteriormente comentado en otros artículos del blog dónde se dejó constancia que los dos hechos que contribuyen mayormente a la fatiga durante la actividad física son la disminución de los hidratos de carbono almacenados en forma de glucógeno en nuestro cuerpo y la aparición de deshidratación por la pérdida de agua y electrolitos (sodio, cloro, potasio y magnesio) en el sudor. La pérdida de estos electrolitos mediante el sudor varía según el deportista y su aclimatación al calor, tal y como ya hemos comentado anteriormente. Así, la concentración del ión sodio en el sudor oscila entre 10 y 70mEq/l, la del ión potasio entre 3 y 15mEq/L, la del ión calcio entre 0.3 y 2mEq/L y la del ión cloruro entre 5 y 60mEq/L.  Si las pérdidas de líquidos por el sudor no se reponen adecuadamente, pueden producirse las siguientes alteraciones que variando según pérdidas de peso corporal PC.

PÉRDIDA DEL 2% del PC
Descenso de la capacidad termorreguladora
PÉRDIDA DEL 3% del PC
Disminución de la resistencia al ejercicio, calambres, mareos, aumento del riesgo a sufrir lipotimias e incremento de la tª corporal
PÉRDIDA DEL 4-6% del PC
Disminución de la fuerza muscular, contracturas, cefaleas y aumento tª corporal hasta 39ºC
PÉRDIDA DEL 7-8% del PC
Contracturas graves, agotamiento, parestesias, posible fallo orgánico y golpe de calor
PÉRDIDA MAYOR DEL 10% del PC
Comporta un serio riesgo vital
  
En términos deportivos, los electrolitos importantes a restablecer durante y después del ejercicio físico son el sodio y el potasio. En caso del sodio, es el único que añadido a bebidas de reposición durante el ejercicio proporciona beneficios fisiológicos que ayudan a que no descienda el rendimiento deportivo. Una concentración de sodio de 20 a 50mEq/L (460-1150mg/L) en la bebida, estimula la llegada máxima de agua y carbohidratos al intestino delgado y ayuda a mantener el volumen de líquido extracelular. Las pérdida de potasio es mucho menor que las de sodio. Esto hace que su reposición no sea tan necesaria, al menos durante el tiempo que dura la ejecución del esfuerzo (existe hiperpotasemia durante ejercicio intenso), aunque sí es conveniente que se incluya en las bebidas postesfuerzo, ya que el potasio favorece la retención de agua en el espacio intracelular, por lo que ayuda a alcanzar la rehidratación adecuada. Por tanto, la ingesta de agua sola para la restablecer la euhidratación tiene como consecuencia una rápida caída de la osmolalidad plasmática y estimula la diuresis, con consecuencias muy graves como la hiponatremia, que acabamos de hablar. En este sentido, las bebidas deportivas son la mejor opción para reposición hídrica y por tanto, de electrolitos.

Para conseguir una correcta hidratación deportiva debemos seguir unas series de pautas. La hidratación antes del ejercicio tiene como objetivo hidratar al deportista antes del comienzo de los entrenamientos o competición. Si se ingiere suficiente líquido con las comida y existe un periodo de descanso adecuado (8-12h) desde la última sesión, es muy probable que se consiga la euhidratación. Si esto no es posible, la American Collage of Sport Medicine  ACSM, recomienda realizar la siguiente pauta de prehidratación:


Beber lentamente 5 a 7ml/Kg en las 4 horas anteriores al inicio del ejercicio. Si la persona no puede orinar o si la orina es oscura o muy concentrada se debería aumentar la ingesta, añadiendo de 3 a5ml/Kg más en las últimas 2 horas antes del ejercicio
Las bebidas con 20-50mEq/L de sodio y comidas con sal suficiente pueden ayudar a estimular la sed y a retener los fluidos consumidos
En ambientes calurosos y húmedos, es conveniente tomar cerca de medio litro de líquido con sales minerales durante la hora previa al comienzo de la competición, dividido en 4 tomas cada 15’ (200ml cada cuarto de hora). Si el ejercicio va a durar más de 1h, también es recomendable añadir hidratos de carbono a la bebida, especialmente en las dos últimas tomas

La rehidratación durante el ejercicio tiene como objetivo prevenir la deshidratación excesiva que ya hemos hablado (>2% de pérdida de peso corporal por déficit de agua) y los cambios excesivos en el balance de electrolitos para evitar que afecte al rendimiento deportivo. La cantidad y la tasa de reposición de líquido dependen de la tasa de sudoración de cada persona, de la duración del ejercicio y de las oportunidades para beber. Se debe beber periódicamente (cada vez que haya una oportunidad) durante el ejercicio. Se debe determinar las tasas de reposición de líquido en el ejercicio prolongado que tenga una duración mayor a las 3h. Es difícil determinar un programa específico de reposición de líquidos y electrolitos debido a diversos factores como los requerimientos metabólicos, duración, etc. A partir de los 30’ del inicio empieza a ser necesario compensar esta pérdida, y después de una hora esto se hace imprescindible. Se recomienda:

Beber entre 6 a 8ml/Kg/h (aproximadamente 400 a 500 ml/h o 150-200ml cada 20’. Está claro que, cuanto más se suda, más se necesita beber, si bien no hay que guiarse por la sed puesto que no es un buen indicador del estado de hidratación. La tª ideal de los líquidos debe oscilar entre 15-21ºC

La rehidratación después del ejercicio debe iniciarse tan pronto como finalice el ejercicio y su objetivo es el restablecimiento inmediato de la función fisiológica cardiovascular, muscular y metabólica, mediante la corrección de las pérdidas de líquidos y electrolitos acumuladas durante el transcurso del ejercicio. Si se produce la disminución que ya hemos establecido como deshidratación (-2% del peso corporal), se debe beber arenque no se tenga sed y salar más los alimentos. Se recomienda ingerir como mínimo un 150% de la pérdida de peso en las 6 horas posteriores. El consumo de sodio ayudará a retener los líquidos ingeridos y a estimular la sed. Teniendo en cuenta que 1L de sudor equivales a la pérdida de 1Kg de peso corporal, hay que beber 1.5L/Kg de peso corporal perdido. El aumento del volumen plasmático está directamente relacionado con el volumen de líquido ingerido y con la concentración de sodio. La resíntesis del glucógeno hepático y muscular (gastado durante el ejercicio) es mayor durante las dos horas posteriores. Por todo esto, las bebidas de rehidratación postejercicio deben llevar sodio pero también hidratos de carbono y hay que empezar a tomarlas tan pronto como sea posible. La bebida a elegir dependerá del tipo de ejercicio y osmolalidad que necesitemos…


FUENTES:


-Apuntes Postgrado “Farmacología, nutrición i suplementación en el deporte”  Universidad de Barcelona UB-IL3, 2011 

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